Cada cabeza es un mundo, aquí dejo un trozo del mío...

jueves, 9 de septiembre de 2010

Tu Recuerdo


-Entonces… ¿Esto es todo?- me preguntó con voz ahogada, yo solo abrí la puerta y lo invité a pasar delante de mí… Allí, al otro lado de la puerta no había más que oscuridad y un abismo de olvido, se acercó cuidadoso a ese abismo y se asomó a él, tal vez adivinando la inevitabilidad de su destino.- ¿Esto es todo?- repitió después de tragar saliva, me miró con una desesperación refleja a la mía.


-Sí…- mi voz sonó más segura de lo que me sentía, he ahí el beneficio de los monosílabos. Se acercó a mí con paso indeciso, algo extraño en él, ya que ni siquiera es corpóreo, no es una persona, es más bien como una presencia, tu presencia, nuestras memorias condensadas que mi desesperación por no dejarte ir hicieron casi palpable, ¿es esto acaso una señal de demencia? y entonces me acarició el rostro con recuerdos, o como el recuerdo de un sueño, un sueño en el que yo aún significaba algo para ti, tomo mi mano entre las suyas y me miró aterrado a los ojos mientras la primera lágrima caía por mi mejilla.

-¿Esto es lo que quieres?- me preguntó, sabiendo de antemano cuál era la verdad, quise mentirle, quise decirle que sí, que no había nada que ansiará más que deshacerme de él para siempre.

-Sabes que no…- le dije sonriendo con amargura mientras soltaba mi mano de su agarre.- sabes que esto me duele incluso más que a ti…- él lo sabía y sé que tú también lo sabes, después de todo… Él es parte de ti, así como es parte de mí. De repente en mi mente surgió una duda.

-¿Le dolerá?- le pregunté a él, pero no, eso no era lo que quería saber.- ¿Lo sentirá siquiera?- pregunté ahora dándole una mirada desesperada semejante a la que él me había regalado instantes antes, ahora fue su turno de mirarme con compasión… Sabiendo que me refería a ti.

-No…Yo no…- balbuceo un poco antes de darme una respuesta directa.- No sabría decírtelo.- suspiró. Cerré los ojos mientras dejaba más lágrimas correr, mientras comprendía que este realmente era el final, que aquí acababa todo el camino que recorrimos los tres.

Como si fuese una enfermedad contagiosa lo sentí sollozar junto a mí, y en una mala imitación de una coordinada danza nos movimos al mismo tiempo, nos acercamos y lloramos, lloramos por mí, lloramos por él, pero sobre todo lloramos por ti, por lo incierto de tu destino.

Ambos sabríamos que después de esto, yo saldría de allí, cerraría la puerta con llave y arrojaría esa llave lejos, dónde nunca pudiese encontrarla nadie, ni siquiera yo misma.

Él se quedaría para siempre al otro lado de la puerta, no había mucho que discutir ni especular al respecto, ambos sabíamos que ese era su destino, oscuridad y olvido, nada más.

Lloré con más nervio mientras él me apretaba fuerte y mojaba el hombro de mi camisa, ambos pensando lo mismo, ambos temiendo lo mismo. Temiendo por ti, por lo que sería de ti sin mí, por lo que sería de ti sin él, preocupándonos, lamentándonos, sintiéndonos culpables por no haber podido hacer más.

No sé si pasaron horas o solo minutos, allí el tiempo es algo difícil de definir, pero finalmente nos separamos, él tembloroso y aterrado, y yo queriendo limpiar mis lágrimas, pero de nada servía porque estas seguían brotando sin control.

Nos miramos una vez más, yo ya sin fuerzas y él con convicción, asintió en mi dirección y dándome la espalda comenzó a caminar hacia el abismo, casi en el borde se giró y compartimos una última mirada cargada de sentimientos que no queríamos traer a flote.

Con un suspiro, él hizo su último acto de valentía, saltando a ese abismo de oscuridad y olvido… Sobre todo olvido.

En un arrebato de arrepentimiento corrí y me arrodillé junto al abismo, tal vez tratando de verlo por última vez, tal vez tratando de verte a ti, tal vez esperaba oír su último grito desesperado, pero nada de eso llegó.

Pero en cambio otras cosas llegaron, llegó el eco de tu voz, de tu risa que aunque molesta era querida para mí, llegó el eco de millones de sentimientos, cariño, confianza, amistad y muchos, muchos más ecos me golpearon de repente, cada uno de ellos más doloroso que el anterior, tan súbito cómo había comenzado terminó, el eco desapareció y ahora no puedo recordar si ese eco fue real o solo parte de mi trastornada imaginación.

Una última lágrima calló de mi barbilla y se perdió en el abismo como él, como tu recuerdo. Me apresuré a salir de esa habitación, no muy segura ya de por qué me causaba tanto terror, cerré la puerta y pasé la llave, algo me impulsó a tirar la llave lejos, como si fuese algo peligroso, como si lo que estuviese al otro lado de la puerta pudiese hacerme daño, me giré para no ver dónde caía la llave y así no tener la tentación de recuperarla en algún momento.

Me alejé de allí sin mirar atrás, me alejé de ti, de tu recuerdo, del olvido, del abismo y la oscuridad con el terrible sentimiento de que dejaba algo importante atrás, pero con la certeza de nada bueno me traería recuperarlo.

1 comentario:

  1. Ay como me has hecho llorar con esta entrada. Expresas y sobre todo transmites de manera extraordinaria las sensaciones que provoca el olvido. Te admiro por la decisión de dejar lo que duele detrás de la puerta y no permitir que te hiera más. Ayer escuchaba a alguien hablar del dolor, decia que el dolor físico y el dolor emocional, son mecanismos para advertir que algo anda mal, que no debemos seguir haciendo eso que nos lastima porque será peor. Es muy sabia tu decisión y no puedo evitar pedirte perdón una vez más... Lo siento y te amo.

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