Distracción lo alcanza para definir mi estado actual. Me es imposible prestar atención si continúas así, ¡Detente! Me provoca gritar, pero sería vergonzoso alertar a las demás personas en la sala de lo que está ocurriendo a pocos centímetros de ellos.
Tus delicadas manos se deslizan suavemente sobre piel, arriba y abajo, con la presión necesaria para aliviar tus tensiones y crear más en mi, observo tus dedos moverse con experticia sobre la piel expuestas, te mueves ligeramente para mejor acceso y tengo que reprimir un gruñido. Cierras los ojos y un ligero zumbido de satisfacción escapa de tus labios.
Sigues con el movimiento y yo mantengo la mirada fija en tus manos, me hipnotizan y se me hace imposible apartar la mirada. Pareces haber encontrado un punto especialmente satisfactorio y sonríes con los ojos aún cerrados. Siento que comienzo a sudar.
Tu lengua humedece tus labios y me pregunto cómo se sentirá besarte, pero sé que no sabré la respuesta, las voces se alzan un poco a mi alrededor y abres los ojos contestando alguna pregunta de quienes nos rodean, ni si quiera podría decir quien fue. Asientes con una sonrisa a lo que sea que fue dicho y casi puedo asegurar que amo tus labios.
Reanudas el movimiento que no noté se había detenido y vuelvo a quedar absorto con tus manos, pequeñas, delicadas, perfectas. Oigo un murmullo a mí alrededor y de repente noto tu mirada interrogativa en mí, siento la adrenalina en mi cuerpo al encontrarme descubierto.
-¿Mauricio, se encuentra bien?- miro en derredor y me doy cuenta que no eres tú sino que todos los presentes en la sala de conferencias me miran.
-En ese caso esperamos su propuesta para el marketing del nuevo producto.- dijo nuestro jefe tratando de esconder una sonrisa, supongo que mi observación no le ha pasado desapercibida.
Me miras interrogativa y yo solo empiezo mi presentación. El hechizo se ha roto.