Dear Daddy:
Hay tanto que quiero decir, que no creo que esta carta sea suficiente para expresarlo todo.
Yo hasta hace poco estaba algo resentida ¿Sabes?, pero no contigo con otros, por dejarme, por nunca preocuparse por mí, por no crecer ni asumir lo que un hijo representaba, por querer aferrarse a una vida de desprendimiento y sin ninguna responsabilidad que nada de bueno debe tener. Pero ahora, que me considero más madura y con mayor capacidad de análisis, me doy cuenta que no perdí absolutamente nada, de hecho sin él conseguí algo mucho mejor, te conseguí a ti. ¿Qué más puedo pedir? ¿Qué más puedo querer? SI tengo personas que me aman a mi alrededor y una familia envidiable, no necesito nada más, tengo todo lo necesario para hacer lo que quiera de mi vida.
Y te agradezco por eso, por quererme, por estar aquí siempre, de una u otra manera, por aceptarme con todas mis cosas malas y por amar las buenas, por aceptar la responsabilidad que otros no supieron cumplir y por sobre todo, por aceptarla con amor, porque gracias a ti ahora sé que no hacen falta lazos de sangre ni compartir un apellido para considerar a alguien parte de tu familia, para que roben un pedacito de tu corazón para siempre.
Dear Daddy, hay tantos momentos maravillosos pasados juntos, tantas dificultades que hemos cruzado, tanto por vivir, que a veces me siento abrumada, pero sé que teniéndote aquí, conmigo, nunca nada malo me pasará, porque tú no dejarás que me hagan daño, y aunque hay personas que me han herido y sé que te desagradan por ello, no las dejes llegar a ti, porque me hicieron un favor, al alejarse de mí dejaron de detenerme y desde entonces todo ha sido mejor.
Dear Daddy, te quiero tanto y estoy tan acostumbrada a ti, que ya nadie jamás podrá ocupar tú lugar, ni siquiera compartirlo, porque eres único para mi, siempre lo serás.
Dear Daddy, te quiero, de verdad.