Sentada en el alfeizar de la ventana con
una taza de té entre las manos cierro los ojos y puedo verte de nuevo, te he
visto tantas veces que ya me cuesta discernir entre ficción y realidad. El
escenario que me rodea se desdibuja con lentitud, poco a poco dejo de sentir el
calor de la taza entre mis dedos, la madera en la que me apoyo deja de ejercer
presión contra mi espalda, aunque el sol toca mi piel casi no siento su calor, un leve escalofrío me recorre y el polvo hace
escocer mi nariz, abro los ojos y me encuentro a mi misma entrando a un antiguo
teatro. Dejándome guiar por la suave melodía de un piano recorro el espacio
tras bastidores con lentitud y los escalones de madera crujen bajo mis pies al
subirme al escenario. Y allí estás tú, golpeando suavemente el teclado con
expresión de tenaz concentración, a pesar de la tenue iluminación distingo el
familiar tatuaje en el lateral de tu muñeca y no puedo evitar sonreír, es como
volver a encontrar a un viejo amigo.
Una fría corriente de aire me hace temblar
ligeramente, tú aún no me has visto así que retrocedo uno pocos pasos con las
manos tras mi espalda hasta sentir la suave textura del terciopelo del telón
contra las yemas de mis dedos. Me dejo llevar por tu música como cada vez que
te encuentro, te miro. Me encanta mirarte, no sé si lo sabes pero es como si una luz irradiara de ti, duele como si mis ojos apuntasen directamente al sol, pero es tan hermoso que no me atrevo siquiera a parpadear. Comienzo a marearme, hay un dolor martilleante contra mis sienes y casi con mayor malestar del que me produce observarte desvío la mirada y me concentro en como la luz baña una telaraña
escondida entre los asientos de primera fila. La música aumenta su cadencia y
está llena de palabras que nunca nos hemos dicho, de sentimientos que no nos
atrevemos a expresar y de posibilidades que nunca se verán realizadas. Porque
tu presencia es tan temporal como mi mente lo permita. Porque Tú mismo no existes más allá de los
confines de mi imaginación. Porque cuando abra los ojos Tú no estarás y yo seguiré en el alfeizar de la ventana con una
taza de té, ahora frío, entre mis manos. Porque Tú no me conoces y yo aún no te he encontrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario